lunes, 26 de octubre de 2015

Diario del XIX



13 de febrero de 1837.

No he podido dormir en toda la noche, las paredes se me vienen encima y no puedo soportarlo más. He intentado escribir, plasmar mis inseguridades y críticas en la hoja en blanco ya no me consuela, y me temo que ya nada lo haga. Ella se ha ido, se ha marchado y ha dejado mi corazón sin ninguna oportunidad de sanarse. Creo que me he vuelto completamente loco porque aún la amo y odio ese amor, quiero quemar los cimientos de todo pensamiento pero no veo la salida.
Los trozos de papel que he roto han terminado sepultando el suelo de la estancia, repletos de borrones de tinta de los que no reconozco la autoría.
Estoy perturbado.
Debí imaginarlo, pero, el amor es ciego y ahora estoy pagando las consecuencias.
No sé que hacer.
No tengo ganas de comer.
De dormir.
Escribir.
No me quedan ganas de vivir.
El mundo ha perdido cualquier encanto que en un día tuvo. Veo el fin, en este hostal de la ciudad que ha sido mi hogar durante muchos años. Nací en Madrid y moriré en Madrid.
¿Qué más puedo otorgarle a este mundo? He vertido la última pizca de mi personalidad en las que obras que mis manos han concebido. He dejado mi pasión en la prensa y creo que he cumplido, no seré olvidado.
El mundo recordará a Mariano José de Larra.

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